Y llegúe a casa. Recordaba el cómo, y recordaba el quien, sobre todo el quien.
Aquella noche conocí a varias personas interesantes, conocí a Lucía, que por cierto es estadísticamente el nombre mas común de España, y conocí a Raquel, dos chicas encantadoras que me presentaron auna tercera, Lorena. Ella era intuitiva y autocrítica, decía ir sobría, me lo creí. Guapa. Cresta, quizá un par de tatuajes escondidos, no lo sé. Nuca lo sabré. Me senté a su lado por peticion de Raquel y Lucía, y hablamos, y le hice preguntas incómodas hasta que se agobió y le sugerí que le mejor era irme, ya ves, a ella no le pareció mala idea.
Y entró ella. la que siempre había estado ahi
como una sombra que vuelve cada X días y no puedo olvidarla, si tuviera un cáncer lo llamaría como ella.
Ella, una yaga en el cielo de la boca que se curaría si pudieras dejar de irritarlo con la lengua. Pero no pude. Y me olió a problemas, y era un aroma enloquecedor, un aroma encantadror que te manda a la mierda y te da la vida desde abajo hasta arriba... borracho de olores a problemas, borracho, de tí, borracho de ella.
Y volví a casa. Y la besé en la mejilla, y la besé en sueños y la besé despierto en la cabeza y me despedí.
Y volví a casa, borracho y solo, pero con una sonrisa, por el olor, por imaginar y besar, por compartir. Y escribí una entrada de blog. Y la colgué
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