Y puse aquella canción. Rosa, de buenas noches rose, y me sentí acompañado.
Miré mi coca cola aguada. No quedaba hielo. La había servido en mi taza de café del señor miyagi, y ahora parecía un café solo en una taza de café de verdad; me sentí mas escritor. Los escritores toman café, beben vino y saben comer, siempre he pensado eso. Eso y que todos sin excepcion son unos pedantes de mierda, y yo también; al fin y al cabo, el señor miyagi custodiaba mi café solo de auténtico caballero.
Y me sentí viejo, curtido, de una manera soberbia y de nuevo clasista, el farsante mas auténtico del gremio de los vagos, una pose genial para un tipo que no tiene nada que ver, un actor, una cortina de humo, y un escenario permanente de puertas afuera y adentro. Cojonudo. Y decidí esfcribir sobre las poses, sobre las máscaras, de aquello que se ha escrito tantas y tantas veces, supongo yo, por que solo leo a capullos geniales que no hablan de esas cosas... ¿De qué intentamos protegernos? ¿Por qué a sabiendas de que nos arrepentiremos de las decisiones, las tomamos? Queremos saber el porqué de las cosas hasta que lo conocemos, despues querríamos haber no preguntado. Queremos desear, idealizar, pensar en virtudes de papel, sobre charcos, que flotan un tiempo. Pero es tan bonito ese tiempo... Y desear es bonito, y conocer es difícil, y feo, y que te conozcan es invasivamente reconfortante, por que nuestra vulnerabilidad es algo que metemos debajo de todas las poses, sólo con la intención de qe venga alguien a rompernos los esquemas, y eso, es lo mas inquientante y bello y jodido y visceral (que es una gran palabra, por cierto), que existe. Por que los grandes momentos de nuestra vida son detalles en que somos nosotros mismos, los mas grandes placeres de la vida, como fumar desnudo en el váter antes de una ducha, dormirte en el pecho de una mujer, o emborracharte y cantar en mitad de la calle. Protegidos y protectores, tonterías.
Hoy quiero sentimientos viscerales y a flor de piel, por que si no puede hacerte daño, no merece la pena vivirlo.
Yeah.
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éso es un mito urbano... los grandes escritores vieron minado su talento con su racha yonki, los escritores de betseller son el resquicio, el cáncer del consumismo que minan el talento de la letra.
ResponderEliminarNo lo olvides.
Un saludo