lunes, 26 de julio de 2010

Vida.

Desperté en la cama, había dormiro un par de horas de alguna manera incómoda y busqué en el colchón, pero no encontré nada. Abrí una coca cola y comí algo, y desperté un poco mas. Nunca me ha gustado echarme la siesta, me levanto desorientado y cabreado, por algún motivo. No es reconfortante ni reparador, sólo destructivo y apelmazante. La ducha de mi nueva habitación regaba de agua todo por las fugas del tubo, quizá por eso la luz del baño parpadeaba y el interrptor sonaba como si fuera un detonador a punto, no me disgustaba. La cama chirriaba un poco, por suerte mi habitación tenía dos, signo evidente de que este hotel 4 estrellas venido a menos ha visto acción sobre la moqueta estampada, yuhu. encendí un cigarro y escribí algo que tenía dentro, de alguna manera, desde siempre, y ver el encanto de una habitación hecha añicos, me hizo reafirmar mis prioridades.


"Miró el anciano la casa, de abajo a arriba y de arriba a abajo, y sonrió. Las arrugadas mejillas en torno a las comisuras de unos labios cortados, dejaban ver unos ojos cansados, muy vivos, realización. Se mojó las manos con un paño húmedo, miró sus palmas y volvió a sonreir. Ampollas y callos en sus dedos, y vió la beta de la madera en sus yemas, los padrastros y las manchas de pintura, y era feliz. Feliz porque habían pasado años, décadas, siglos para él, desde que dibujó una casa, en una servilleta tomando café, y la vió. No la imaginó, no la soñó ni la deseó, la miró en su cabeza como un recuerdo del futuro, ya había pasado, simplemente no era el momento. Buscó en su chaleco de lana las gafas, un la servilleta, miró la casa, miro sus gafas, miró el papel, y lo rompió, y el viento se lo llevó, ahora el pasado era parte del viento, y la casa una realidad. Construyó el tejado, luego lo adornó, mas tarde, clavó los cimientos. En sus ojos achinados, rebosantes de sabiduría, tenía claro por dónde empezar. Siempre quiso construír una casa, y empezar por el tejado, ahora sabía que así había que hacerlo, porque clavó los cimientos, y el peso de ese bonito tejado los mantuvo en su sitio y de ahi las paredes, y de ahí colgaban los cuadros.
Y miró y sonrió, porque entendió la gran verdad sobre todas las cosas. Y era feliz, porque la vida, sus manos, sus ojos y una meta, habían hecho del camino mismo la recompensa."

"Dejaré siempre que la vida me sorprenda."

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