La habitación daba a una calle muy transitada, y a pesar de estar en un quinto piso, escuchaba los coches perfectamente, como si estuviese sentado en la acera, quizá incluso mas. Me desnudé y me tumbé en la cama, me sentía solo, pero no podía hacer nada al respecto y me puse a escribir. Aquel día había paseado por esa nueva cuidad y estaba empezando a disfrutarla, muchas vidas juntas en poco espacio, pero todo fluye, como siempre lo hará.
"Caminaba entre la gente con sus enormes auriculares negros a todo volumen, con semblante trankilo y mirando en cada cruce de calles para ver por dónde podría perderse esta vez. Le gustaba perderse, era como un niño cuando llama explorar a colarse en una fábrica abandonada y tirar unas piedras, subir hasta el tejado... y aquel chico y sus cascos paseaban entre la gente, y no ocultaba que no tenía dónde ir. Pasó a unas galerías llenas de tiendas y pensaba en ella, lo hacía a menudo, pero cada día la echaba de menos mucho más. Se descubrió a sí mismo comiendose un cono de helado del sabor favorito de ella, y le supo bien, y le supo a poco. Y paseó. El secreto de la vida, era no buscar el secreto, los filósofos antiguos o contemporáneos no eran mas que una panda de sufridores amargados que no supieron relajarse, pensaba él. Había visto a ese chico antes, ese mismo día, le ví en un banco en el parque, escribiendo en una libreta, y despues en otro banco, en un mirador, leyendo, un tipo raro pensé, se sentirá solo, o aburrido, querrá llamar la atención. Pero por algún motivo no dejé de mirarle, y el no me miró, y yo me marché, y el me esperará en el parque, siempre.
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