A punto de acabar, plegado en la cama , de un día que siempre debió ser bueno, me encendí un cigarro y latía mi mano pidiendo letras... Así lo hice, bebiendome un batido de chocolate, y con 4 paquetes de tabaco sobre la mesa.
"Las tripas se pudrían aun dentro de un cuerpo vivo, ya formaba parte de la cama, la sabanas como el papel unido a un caramelo en verano, botellas, colillas, manchas, quemaduras y arañazos. Ropa revuelta en el armario abierto, solo una lámpara iluminaba la habitación, la mas pequeña, sobre la otra cama. Dormía. O soñaba que dormía. O soñaba y despertó. Y miró a su alrededor y encendió un cigarrillo, y echo un trago y no se sintió mejor. Había dado vueltas por la cuidad solitario, había conocido personas interesantes con las que compartir buenas charlas, había esquivado la cama hasta el último momento, pero las sábanas blancas y las luces de las farolas le delataban. Era duro estar lejos del hogar, escuchar como personas extrañas se llaman por sus nombres y no conocer a ninguno de ellos, comida para uno, cena para uno, cama para cuatro, y en medio estaba él. Se levantó de la cama sudada y crujió como velcro pegado a su espalda y se hizo la pregunta que le haría alguien que cuidase de él. Y la respondió en voz alta, y dijo:
Lo hago, porque me siento tan solo a veces..."
"A veces, el peor estado para vivir, es el mejor para escribir."
Y apagó las luces, y se fue a la cama.
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