lunes, 11 de noviembre de 2013

Y encima flota.

El tacto se confundía.

Era capaz de acariciarme a mí mismo y sentirla, ya no había manos,

ni labios, ni brazos ni pechos, solo una nube de dos mentes, humo del delito girando,

follar era como un viaje astral, ya sabes, salir del cuerpo y verte desde fuera,

sonreír avergonzado y orgulloso y volver dentro.

Nos ganamos el infierno.

Nos dejamos todas las palabras en el oído del otro.

Todas las uñas en la espalda, los dientes en el cuello,

víctimas del mismo delito, torsos apilados en un somier después.

El vodka era honesto, la naranja era zumo, el agua hielo,

lo removiste dentro.

Me miraste con esos ojitos impregnados de tu oculto saber,

Querías enseñarmelo todo, y que ya lo supiera, mujer,

porque querías que desabrochase tu sostén rápido y ágil,

pero al hacerlo, no querías pensar en lo que practiqué.

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