Se levantó con las sábanas tras él separándose como el velcro, todo sonaba a velcro en esa habitación. Paró el reloj, se sirvió el primer trago y sacó su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo. Nada. El mundo quería que viviese un día mas. Se desnudó, tiró la ropa a la basura y cogió algo limpio. Se metió en la ducha.
El agua caía y él se enjuagaba una y otra y otra vez. El agua bajaba entre cicatrices en la espalda y el pecho, los nudillos pelados y cortes y rasguños por los brazos y piernas. Se vistió. Traje nuevo. El día no prometía una mierda, pero qué carajo! Ya nada prometía una mierda y algo había que hacer hasta la noche. Cogió las llaves y bajó al parking.
Tomo la avenida hasta el bulevar, allí bajó hacia el Oeste en dirección al colegio de primaria. Aparcó. Entró. Caminaba despacio, aún era pronto y no habían empezado las clases, pero él ya lo sabía. Despacho del director. Toc, toc. - ¿Quién es? - Entró.
El director, esa basura embutida en una camisa de cuadros y chinos roídos se meó encima al verlo entrar. Le invitó a sentarse.
- Hola Salvador, por favor toma asiento y no hagas nada de lo que puedas arrepentirte, éste es mi lugar de trabajo, no me jodas.
- Dáme esa mierda.
- Tío aún es pronto, él ya sabe que aún no puedo tenerlo todo, pero lo tendré, deja que hable con él, por favor.
- Dame esa mierda.
-Joder! no lo tengo! maldita sea en un par de días se abrirá el grifo y volveré a estar arriba tío, te lo juro!
Salvador se levantó con calma, respiró hondo, y le hundió los nudillos en la nariz. la cabeza del director saltó casí despedida hacía atrás contra la pared, su cuerpo fue detrás.
- Dame la mierda.- Dijo una vez más. Ese pobre cerdo tosía y lloraba escupiendo sangre. - Dame la mierda, dame la mierda, DAME LA MIERDA!!!
- No la tengo joder, no la tengo, no te valgo de nada si me dejas hecho un cristo!
Volvió a golpearle con fuerza en la cara. -Dame la mierda.- Golpe al mentón, estómago, pómulo, estómago, y un crujido seco, como sordo, salió de su caja torácica. - Dame la mierda, dame la mierda, dame esa mierda, director.- Golpeó fuerte a la garganta, sabía que no debía hacerlo. Aquel capullo ensangrentado cayó al suelo esputando sangre muy oscura, eso ocurre cuando tienes la tráquea jodida, todo mocos negros... Empezó a asfixiarse y pedía clemencia entre llantos hasta que por fin se dejó llevar por el dolor, y levantando la mano a duras penas, señaló al cajón de su escritorio.
-Aghh... Ahí está lo que buscas maldito asesino, dile que no quiero volver a verle nunca mas, que ya estamos en paz...
Dejó caer la mano, y la cabeza, dejó de resistirse. El dolor había ganado, el dolor siempre gana. Había aceptado su destino.
Salvador abrió el primer cajón del escritorio y lo vació en una bolsa. "No sé qué coño estoy buscando", pensó, "Pero nadie debería pasar por ésto, por nada que quepa dentro de un puto cajón".
Sonó la sirena, los niños entraban a clase, y él volvía al apartamento. Abrió otra botella y bebió todo el día hasta caer inconsciente.
Entró el sol por la ventana rota, sonó el despertador, siete en punto. Se incorporó, se sirvió un trago y cogió su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo.
Fin.
cojonudo
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