El tacto se confundía.
Era capaz de acariciarme a mí mismo y sentirla, ya no había manos,
ni labios, ni brazos ni pechos, solo una nube de dos mentes, humo del delito girando,
follar era como un viaje astral, ya sabes, salir del cuerpo y verte desde fuera,
sonreír avergonzado y orgulloso y volver dentro.
Nos ganamos el infierno.
Nos dejamos todas las palabras en el oído del otro.
Todas las uñas en la espalda, los dientes en el cuello,
víctimas del mismo delito, torsos apilados en un somier después.
El vodka era honesto, la naranja era zumo, el agua hielo,
lo removiste dentro.
Me miraste con esos ojitos impregnados de tu oculto saber,
Querías enseñarmelo todo, y que ya lo supiera, mujer,
porque querías que desabrochase tu sostén rápido y ágil,
pero al hacerlo, no querías pensar en lo que practiqué.
lunes, 11 de noviembre de 2013
domingo, 10 de noviembre de 2013
Con carmín y con pistola
El plan era sencillo, la cuidad tan gris y el tiempo frío,
la noche de la gran manzana con gusanos y un pasillo,
que llevaba al bar mas sucio que conoce mis pisadas,
el tugurio de jazz de la joven joya, el Acid Palace,
bajé las escaleras,
la gabardina apesta y una mueca y tres toques en la puerta,
y unos ojos por detrás de la mirilla,
un saludo, un pisar a una colilla y un entrar a ese país de maravillas,
calor de bar, color de estar muriendo,
amor de bien pagar y un corazón de la canción de aquel momento,
y un sentir de estar allí justo en el sitio,
lugar para esconderse de lo limpio y disolver en bourbon todos mis delitos,
sonaba Miles y me paré en la barra,
-Ponme un "lo de siempre", pero es pronto así que pónmelo con agua,
que estoy con el estómago vacío,
y tengo que tomármelo con calma si pretendo seguir vivo-,
Y justo en el momento y el espacio,
la joven joya huyó de la trastienda, lágrimas, pistola en mano,
gritaba inconsolable tropezándose entre llantos,
-"nunca más van a volver a hacerme daño"-.
A veces el deber llama a tu puerta,
a veces tiene forma de mujer con unas formas tan perfectas,
que no pude evitar meter el brazo,
y recogerla al vuelo en su correr, cuéntame nena, que ha pasado,
-"ha pasado que he ganado"- dijo ella,
la música seguía y se calmó, cogió un cigarro, una botella,
-"¿me guardas un secreto?"- Te lo guardo,
-"Acabo de matar al diablo, sé que no he fallado
pero no me entenderán cuando lo cuente"-
-Lo que necesitamos es un puente, una manta y ser inteligentes.-
Nunca había visto tal belleza,
un ángel de papel dejando marcas de carmín en la cerveza,
y la certeza de que estaba allí por algo,
allí acabé mi copa y comenzamos el trabajo.
Tenía aparcado el coche en la salida,
el mal al maletero, ella a mi lado, dirección a la avenida,
y la calma entre los nervios se palpaba,
-Tú solo dame fuego y dejaremos que esta mierda se deshaga-,
y llegamos al destino deseado,
el puente de Brooklin guarda secretos como ningún abogado,
y después del golpe seco en el East River,
miré su dulce cara y tuve claro por qué hice lo que hice,
me besó sin pestañeos ni apartarme la mirada,
fue el último primer beso que me dieron, no me arrepentí de nada,
-¿Si te pido cada día de tu vida?,
¿si te digo que estoy loca, y además por tí, y ahora, me creerías?-
Te creeré, desde ahora, y para siempre,
Huyamos de esta vida, de esta historia, del pasado y de este puente.
Ya conocéis la historia de mi esposa,
la madre de mis hijos, una diosa con carmín y con pistola,
y esta cuidad es grande como el mundo,
y el mundo es un pañuelo y la vida son momentos todos juntos.
sábado, 9 de noviembre de 2013
Está bien estar bien, joder.
Me miraste como no se mira a nadie, qué desvergüenza.
Me abrazabas y nos hacíamos carantoñas mucho antes de que pasara nada.
Te colgaste de mí, literalmente, y olías como debías oler,
sonreías como no debías sonreírme, me decías todo sin palabras,
y aún así nunca debiste.
Tú no eras la primera mujer de mi vida y yo no era el primer hombre al que besabas esa noche.
Pero tus sábanas eran como son las sábanas en sueños.
Como las sábanas, blancas, de las películas, tiradas en el suelo.
Me gustaban tus tobillos, tus muñecas, tus manos, y se nos daba bien hacer el amor mirándonos.
Mierda, cambié de bando, en el momento mas inoportuno,
con la mujer mas inoportuna,
y todo era un lío perfecto.
Estaba bien en esas sábanas blancas. No pensaba, no fingía,
estar bien está bien, y no se valora, joder.
Hoy, creo que me acostaré pronto, con una botella cerca, y un par de fotos que nunca enviaste,
y el beso de despedida que no tuvo lugar.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Sonríe, el otro puede ir armado.
Las sábanas estaban sudadas y se quedaban pegadas como un papel de chocolatina a su cuerpo esquelético. Entraba un aire húmedo y asfixiante con olor a asfalto y humo de coche por la ventana rota de su cuarto, que se colaba hasta las paredes llenas de moho sobre el cabecero. Todo era muy marrón, y muy gris, pero todo en perfecto orden. Sonó el despertador. Las siete en punto.
Se levantó con las sábanas tras él separándose como el velcro, todo sonaba a velcro en esa habitación. Paró el reloj, se sirvió el primer trago y sacó su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo. Nada. El mundo quería que viviese un día mas. Se desnudó, tiró la ropa a la basura y cogió algo limpio. Se metió en la ducha.
El agua caía y él se enjuagaba una y otra y otra vez. El agua bajaba entre cicatrices en la espalda y el pecho, los nudillos pelados y cortes y rasguños por los brazos y piernas. Se vistió. Traje nuevo. El día no prometía una mierda, pero qué carajo! Ya nada prometía una mierda y algo había que hacer hasta la noche. Cogió las llaves y bajó al parking.
Tomo la avenida hasta el bulevar, allí bajó hacia el Oeste en dirección al colegio de primaria. Aparcó. Entró. Caminaba despacio, aún era pronto y no habían empezado las clases, pero él ya lo sabía. Despacho del director. Toc, toc. - ¿Quién es? - Entró.
El director, esa basura embutida en una camisa de cuadros y chinos roídos se meó encima al verlo entrar. Le invitó a sentarse.
- Hola Salvador, por favor toma asiento y no hagas nada de lo que puedas arrepentirte, éste es mi lugar de trabajo, no me jodas.
- Dáme esa mierda.
- Tío aún es pronto, él ya sabe que aún no puedo tenerlo todo, pero lo tendré, deja que hable con él, por favor.
- Dame esa mierda.
-Joder! no lo tengo! maldita sea en un par de días se abrirá el grifo y volveré a estar arriba tío, te lo juro!
Salvador se levantó con calma, respiró hondo, y le hundió los nudillos en la nariz. la cabeza del director saltó casí despedida hacía atrás contra la pared, su cuerpo fue detrás.
- Dame la mierda.- Dijo una vez más. Ese pobre cerdo tosía y lloraba escupiendo sangre. - Dame la mierda, dame la mierda, DAME LA MIERDA!!!
- No la tengo joder, no la tengo, no te valgo de nada si me dejas hecho un cristo!
Volvió a golpearle con fuerza en la cara. -Dame la mierda.- Golpe al mentón, estómago, pómulo, estómago, y un crujido seco, como sordo, salió de su caja torácica. - Dame la mierda, dame la mierda, dame esa mierda, director.- Golpeó fuerte a la garganta, sabía que no debía hacerlo. Aquel capullo ensangrentado cayó al suelo esputando sangre muy oscura, eso ocurre cuando tienes la tráquea jodida, todo mocos negros... Empezó a asfixiarse y pedía clemencia entre llantos hasta que por fin se dejó llevar por el dolor, y levantando la mano a duras penas, señaló al cajón de su escritorio.
-Aghh... Ahí está lo que buscas maldito asesino, dile que no quiero volver a verle nunca mas, que ya estamos en paz...
Dejó caer la mano, y la cabeza, dejó de resistirse. El dolor había ganado, el dolor siempre gana. Había aceptado su destino.
Salvador abrió el primer cajón del escritorio y lo vació en una bolsa. "No sé qué coño estoy buscando", pensó, "Pero nadie debería pasar por ésto, por nada que quepa dentro de un puto cajón".
Sonó la sirena, los niños entraban a clase, y él volvía al apartamento. Abrió otra botella y bebió todo el día hasta caer inconsciente.
Entró el sol por la ventana rota, sonó el despertador, siete en punto. Se incorporó, se sirvió un trago y cogió su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo.
Se levantó con las sábanas tras él separándose como el velcro, todo sonaba a velcro en esa habitación. Paró el reloj, se sirvió el primer trago y sacó su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo. Nada. El mundo quería que viviese un día mas. Se desnudó, tiró la ropa a la basura y cogió algo limpio. Se metió en la ducha.
El agua caía y él se enjuagaba una y otra y otra vez. El agua bajaba entre cicatrices en la espalda y el pecho, los nudillos pelados y cortes y rasguños por los brazos y piernas. Se vistió. Traje nuevo. El día no prometía una mierda, pero qué carajo! Ya nada prometía una mierda y algo había que hacer hasta la noche. Cogió las llaves y bajó al parking.
Tomo la avenida hasta el bulevar, allí bajó hacia el Oeste en dirección al colegio de primaria. Aparcó. Entró. Caminaba despacio, aún era pronto y no habían empezado las clases, pero él ya lo sabía. Despacho del director. Toc, toc. - ¿Quién es? - Entró.
El director, esa basura embutida en una camisa de cuadros y chinos roídos se meó encima al verlo entrar. Le invitó a sentarse.
- Hola Salvador, por favor toma asiento y no hagas nada de lo que puedas arrepentirte, éste es mi lugar de trabajo, no me jodas.
- Dáme esa mierda.
- Tío aún es pronto, él ya sabe que aún no puedo tenerlo todo, pero lo tendré, deja que hable con él, por favor.
- Dame esa mierda.
-Joder! no lo tengo! maldita sea en un par de días se abrirá el grifo y volveré a estar arriba tío, te lo juro!
Salvador se levantó con calma, respiró hondo, y le hundió los nudillos en la nariz. la cabeza del director saltó casí despedida hacía atrás contra la pared, su cuerpo fue detrás.
- Dame la mierda.- Dijo una vez más. Ese pobre cerdo tosía y lloraba escupiendo sangre. - Dame la mierda, dame la mierda, DAME LA MIERDA!!!
- No la tengo joder, no la tengo, no te valgo de nada si me dejas hecho un cristo!
Volvió a golpearle con fuerza en la cara. -Dame la mierda.- Golpe al mentón, estómago, pómulo, estómago, y un crujido seco, como sordo, salió de su caja torácica. - Dame la mierda, dame la mierda, dame esa mierda, director.- Golpeó fuerte a la garganta, sabía que no debía hacerlo. Aquel capullo ensangrentado cayó al suelo esputando sangre muy oscura, eso ocurre cuando tienes la tráquea jodida, todo mocos negros... Empezó a asfixiarse y pedía clemencia entre llantos hasta que por fin se dejó llevar por el dolor, y levantando la mano a duras penas, señaló al cajón de su escritorio.
-Aghh... Ahí está lo que buscas maldito asesino, dile que no quiero volver a verle nunca mas, que ya estamos en paz...
Dejó caer la mano, y la cabeza, dejó de resistirse. El dolor había ganado, el dolor siempre gana. Había aceptado su destino.
Salvador abrió el primer cajón del escritorio y lo vació en una bolsa. "No sé qué coño estoy buscando", pensó, "Pero nadie debería pasar por ésto, por nada que quepa dentro de un puto cajón".
Sonó la sirena, los niños entraban a clase, y él volvía al apartamento. Abrió otra botella y bebió todo el día hasta caer inconsciente.
Entró el sol por la ventana rota, sonó el despertador, siete en punto. Se incorporó, se sirvió un trago y cogió su revólver. Abrió el tambor. Una bala, cinco huecos. Cerró. Giró con fuerza. Metió la punta del cañón en su boca y apretó el gatillo.
Fin.
lunes, 4 de noviembre de 2013
La ducha.
Alguien subió una foto de un viaje a algún lugar. Se les veía felices. Bajaba por la página y un antiguo amor tenía uno nuevo, y un buen amigo tenía un perro, y todo seguía girando en este mundo digital de ventanas a vidas ajenas. Esta mañana se ha girado una chica a mi paso, me ha sonreído y me ha dicho algo bonito. Nunca la volveré a ver. Hace algunos días me pidieron algo que no podía dar, me sentí mal, luego compré tabaco y café y pollo para cenar. La gente se había disfrazado en halloween, y se divertían, maldita sea son cosas obvias, a veces no sé a quién coño le cuento toda esta mierda. Al lío:
Una pastilla de jabón envasada con logotipo,
hilo dental y un peine en la bandeja del servicio,
¿Dónde está el glamour de todo ésto?
se quedó en facturación, o en la cola de embarque del aeropuerto.
Una vida entre andenes, y de vaivenes,
ganas una hora, pierdes una hora, todo en este quién en quien en ciernes,
todos te suenan, todos son gente,
todos dan igual y nos sentimos diferentes...
Atrapado entre pasillo y ventanilla maté un libro,
que hablaba de un principio y de un final y de un camino,
y me rompí por dentro en pedacitos,
pensando en lo que dejo, en lo que espera, en lo que se viene conmigo,
tiritas para el alma y cigarrillos,
una escupidera de diseño para aguantar el destino,
y algo de dinero y unos vinos,
y algo de que hablar por no pensar y ver el sol de los domingos,
y en la caja de lata del pecho,
que parecía estar ya hueco,
el eco de un sonido pasajero,
devolvió el funcionamiento de ese viejo compañero,
de sorpresa y con pudor, por error y por acierto...
viernes, 1 de noviembre de 2013
La puta panacea.
Ayer conocí a un escritor de verdad, luego a otro escritor de verdad, luego me fui a acostar.
¿Qué coño era escribir? ¿Para qué escribía?, o ¿Qué es un escritor?, eran cuestiones que me daban vueltas por la cabeza. Si fumas eres fumador, si tatúas eres tatuador, si pintas eres pintor, luego si escribes eres escritor. Sólo debería ser así, por eso tenía que hacer la diferencia "de verdad". Se ganaban la vida con ello, o eso supuse. Estoy a medio camino entre ser una zorra de cuidad o un moderno de pueblo, siempe a medio camino entre todas las cosas, entre épocas, entre grupos, etnias, edades... qué pereza. Yo escribo, suelto la mierda, pero no sé muy bien cómo, y aunque borracho te lo responda, en realidad tampoco sé por qué.
¿Qué coño era escribir? ¿Para qué escribía?, o ¿Qué es un escritor?, eran cuestiones que me daban vueltas por la cabeza. Si fumas eres fumador, si tatúas eres tatuador, si pintas eres pintor, luego si escribes eres escritor. Sólo debería ser así, por eso tenía que hacer la diferencia "de verdad". Se ganaban la vida con ello, o eso supuse. Estoy a medio camino entre ser una zorra de cuidad o un moderno de pueblo, siempe a medio camino entre todas las cosas, entre épocas, entre grupos, etnias, edades... qué pereza. Yo escribo, suelto la mierda, pero no sé muy bien cómo, y aunque borracho te lo responda, en realidad tampoco sé por qué.
A medio galope, a medio polvo, medio muerto, medio tonto,
me dio por tomar un trago y tocar fondo,
y con medios suficientes para poco y cuerpo escombro,
lo mejor será no ser la rockstar en este insomnio,
un diario de cabeza y corazón,
una huella en cuatro gatos, escribir es golpear en el mentón,
de un dios de madera y paja relajado en un sillón,
satisfecho de una obra que no pasa una inspección,
olor a mierda,
meados y colillas en la acera,
que se mezclan con la sístole y diástole de letras,
y las reacciones mas feas, la broza de dulcineas,
es lo que torna escribir, en la puta panacea.
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