bourbon y un vaso con hielo,
una mesa y un cigarro,
humo espeso y los anhelos,
de hacer presa entre tus labios,
un dibujo y un te quiero,
una rosa de papel y un cenicero,
que se llena de soldados del infarto,
y atrapados en los cuartos de unas uvas que no vienen,
de un reloj sin manecillas ni engranajes se detiene,
cuatro meses; y no hay química ni métrica que altere,
el latir de un corazón que es fuerte el tiempo que enloquece,
habítame siempre locura, y méceme entre musas,
de alas blancas o de cuervos en los cuerpos que habitan siendo reclusas,
de la injusta realidad que cae de punta,
en un llover de no parar de estremecer la tierra que pisarán juntas,
un equipo y una turba y un destino,
la victoria puede no ser tan tangible justo al medio del camino,
pero llegará y se llevará las moscas,
y el único zumbido que se oirá será el brindar de nuestras copas.