Hacía tiempo que no podía meneármela
con claridad. Generalmente la masturbación es una práctica que yo
entiendo como la meditación budista, y el orgasmo es el nirvana.Algo
me rondaba la cabeza, no me permitía concentrarme en nada, ni en la
tarea mas sencilla, decidí bajar a despejarme. Andaba por el centro
perdiéndome por las callejuelas viejas, llenitas de putas y clientes
dispuestos a obtener el máximo placer por el mínimo dinero. Estuvo
a punto de pedirme un presupuesto, pero opté por comprar algo de
comer. Perrito caliente entonces pensé, y con forma fálica, todo
tiene forma de polla o de coño, aquellas coincidencias me dejaban
pensando si el mundo se había vuelto loco, si el loco era yo, o si
era todo un plan para que pensasemos que somos todos unos cerdos.
¿Has probado a comerte un kebab solo con la carne? todos nos los
comemos en horizontal, ponlo en vertical y te sentiras muy diferente,
mejor o peor, pero diferente, seguro. Todo son entradas y salidas, y
salidos con entradas, mas que nada. Bajé hacia la plaza y me llamó
la atención un letrero violeta de neón en una fachada roja
llena de pintadas. SEX SHOP, PEEP SHOWS, CABINAS. No me lo pensé,
tal vez tendría que haberlo hecho. No; seguro que debí haberlo
hecho.
Entré en aquel lugar sin ninguna verguenza, sólo
dejadez y algo de curiosidad, pero allí estaba yo. Había un par de
clientes mas, curiosamente ambos hombres con camisa de cuadros, creo
que quemaré las mías, aunque bueno, ya me da igual, para lo que me
queda en el convento, es lo mismo. Ojeé algunos de esos artilugios
totalmente estupefacto, dónde habiamos llegado. Uno de los tipos
sostenía una caja grande, parecía de un video por el tamaño, pero
tenía escrito en letras rosas y en perfecto inglés que era la
réplica perfecta del culo de Molly Starz, imagino que debía tener
un culo especialmente bueno para que hiciesen réplicas de él. El
otro tipo de cuadros cargaba con una gran pila de películas, llegué
a ver alguna carátula de lejos, salían pastores alemanes y lo que
imagino que debía ser algún tipo de educadora canina, quiero creer,
a dónde hemos llegado. En el mostrador estaba sentado un tipo grande
con barba, como una versión mas gorda, más fofa y mas apagada de
Bud Spencer, qué asco. Fui caminando entre masturbadores masculinos
y femeninos hacia la zona de cabinas, veamos de qué va ese show,
pensé. Entré en la número tres, una silla, una ventana y una
cortina de plastico. Intenté correr la cortina y estaba anclada a
ventana rígida, ¿Qué era eso? Ví una ranura para monedas, y un
cartel medio borrado que decía "una moneda 5 minutos". No
sé qué o quién habría detrás, pero me vinieron a la mente dos
preguntas: ¿Me la podré pelar tranquilo en este lugar? y ¿Cuanto
cobrará el que limpie ésto?
En fin, qué mas daba ya todo, saqué
unas monedas del bolsillo y eché la primera. Se corrió la cortina y
apareció tras ella una pequeña habitación redonda, pintada de rojo
y de suelo acolchado, una mujer triste de pelo naranja sucio y de
unos 40 años intentaba bailar desnuda mientras fingía tocarse
sensualmente para los presentes, contóneaba las caderas torpemente y
la cicaatriz de lo que parecía ser una cesárea se movía como una
culebra borracha, bajé la mirada hacia sus piernas, mas cicatrices,
como de un cuchillo, bajo las nalgas y en los muslos, sabía de qué
podían ser, y aun así quería preguntarselo, morbo puro de ver
miserias, en ese momento yo era el que me daba mas asco de todo. Con
la certeza de que aun me quedaban 4 minutos de espectáculo y que
desde luego no había despertado en mí ningún ánimo de tocamiento,
encendí un cigarro, el humo bailaba y la mujer bailaba, yo esperaba.
No había pasado ni un par de minutos cuando la cortina empezó a
cerrarse. ¿Venden una mierda seca de espectáculo por minutos y te
roban? Decidí acabar mi cigarro, había pagado el alquiler de esa
cabina durante cinco minutos y pensaba gastarlos hasta el límite. Dí
una calada, alguien llamó a la puerta. "Toc, toc, eh, ya han
pasado tus cinco minutos, echa otra moneda o sal de ahí, cretino".
No contesté. Volvió a llamar. "Eh! Pajillero, ya han pasado
tus cinco minutos, echa otra moneda o sal de ahi, ¿Me oyes?" Se
abrió la puerta.
No sé muy bien cómo pasó, lo he
intentado explicar cien veces y sigo sin poder decir por qué. Se
abrió la puerta y allí estaba el gordo barbudo con una barra
metálica en la mano. No lo hice por supervivencia, no lo hice por
nada, pero lo hice, y además tuve suerte. Lancé el cigarro
directamente a su cara, le dió en el ojo izquierdo, soltó la barra
en el mismo instante, dejándola caer al suelo con un terrible
estruendo. Los dos tipos de las camisas de cuadros se marcharon
corriendo, el de la réplica del culo de Molly cogió a su paso una
muñeca hinchable que estaba expuesta a la entrada, imaginé como
sería la escena desde la puerta, el primero corriendo dejaría caer
a su paso películas como "Rintintín se lo monta con Daisy"
o "Exploración canina dentro de Marina" , y el segundo
arrastrarndo una muñeca hinchable en una mano y un culo de plástico
en la otra. Volví en mi, el tipo estaba en el suelo tapandose la
cara y por fin hizo amago de levantarse, miré a mi alrededor. Estaba
frente a una vitrina llena de pollas enormes en los estantes,
réplicas de herramientas realistas con sus venas y todo, increíble.
John Homes era un actor porno conocido por ser el que mas cargaba de
todos sus compañeros, entre 32 y 38 centímetros de largo nada
menos, allí esta su aparato fabricado en latex duro de la mejor
calidad. Lo agarré. Me sorprendió su peso, debía pesar como un
kilo. Agarré al viejo del pelo y le arreé con el miembro de John en
toda la cara, sonó una pequeña explosión interna, como un "crack"
procedente de dentro de su cara, el tipo gritaba y pataleaba
intentando zafarse de mí, su cara chorreaba sangre, le metí otro
golpé de efecto en la otra mejilla, saltarón dos dientes, no
pensaba que eso pasase de verdad, se me estaba poniendo dura, me
estaba gustando eso, yo tenía el control. El gordo dejó caer su
cabeza hacia atrás y yo me puse de pie, podía hacer lo que
quisiera, le empezé a machacar con fuerza la entrepierna a patadas,
apenas ya podía quejarse, solo balbuceaba algo entre sangre soltando
dientes y muelas por su barbilla. Pisé su tripa, miré a mi
alrrededor y lo ví clarísimo. Debía medir unos sesenta o setenta
centímetros de largo, una enorme polla dorada con dos cabezas, una
en cada extremo. Hice un home run perfecto con su cabeza usando
aquella belleza dorada de bate. Despues del cuarto o quinto golpe
apenas quedaba cabeza para triturar. Noté como mis pantalones se
mojaban, había alcanzado mi nirvana, gracias dios, me desmayé en el
acto.
De esta historia han pasado ya unos años, la he contado
una infinidad de veces y me sigo riendo en las mismas partes. Cómo
pasa el tiempo. Aquí soy ya una leyenda, me preguntan qué hice, y
aunque lo diga mil veces, seguirán sin creerme, ni siquiera mi
compañero de celda me termina de creer. Cada noche antes de dormir
es la misma pregunta: "En serio amigo, ¿Por que te encerraron?"
Y siempre la misma respuesta: "Estoy encerrado por reventarle la
cabeza a Bud Spencer a pollazos"
Total, un drama, buenas noches.