lunes, 17 de septiembre de 2012

Por qué no.

La barba de 4 días, aquella que algunas mujeres ven sexy, se había escondido detrás de una bara de 7 u 8 días. Caminaba como un señor, como el dueño del metro y de las aceras, como un cartel escrito en el alma que reza "no sabeis hasta que punto me la trae bien blanda todo". Y de repente entró ella en el vagón, con toda la elegancia y toda la timidez, con todo de todas y lo malo de las peores y lo bueno de una diosa y todo lo que te puede dar una somanta de ostias en la cara que te aturde y no te deja pensar en nada que no tenga que ver con ella y con tenerla, tenerla ahora, en este vagón de metro, subir su abrigo largo lo justo para bajar sus medias y fundirlo todo al ritmo. Y miró. Y sé bien que lo mas bonito que pudo ver de mí, detrás de una chupa arrugada unos vaqueros sucios y una barba, fue una cara de auténtico idiota que no sabe enlazar tres palabras si le miran. Y tendría razón, a las pruebas me remito.

Tuviste que nacer francesa,
y yo preso de una letra impresa,
fuiste la musa, 
yo el sabor del humo que tu boca impulsa,
a mi cabeza,
tuviste que nacer selecta,
yo tuve que morir para nacer y envejecer entre tus piernas,
naciste diosa,
haz que te odie, y que te adoren masas,
hazles saber que estás aquí para hacerme perder la calma,
solo una bala, 
una ruleta rusa con semiatumática,
y deja que me pose entre tus ramas,
vivir un drama,
palmar entre las palmas de tus armas,
y solo dime hola, antes de que llegue mi parada...

Por  supuesto no dijo un carajo. Buenas noches.

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