viernes, 15 de abril de 2011

Fábuhla

Aprendiendo a vivir solo en un mundo con tanta gente,
un niño a veces valiente, se encaminó a ningún sitio,
andaba por no pararse, a probar en cada ambiente,
sabiendo que aun rodeado, no lograba ver el sino,
pensando en que lo importante ya le importaba un comino,
lo vanal y vacuo siempre le pareció destructivo,
que bonitos tecnicismos para el débil de conciencia,
hacen la ley para ellos, y tendrán que arreglar cuentas,
pensó "camina o revienta", dale la vuelta y reinventa,
que gritos sonarán mudos, si dices palabras huecas,
cortaba las flores secas, para darles otra vida,
dependencia compasiva, pensaba con una mueca,
no le quedaban macetas, estaban llenas de flores,
de los mas bellos colores muertos y vivos que alegran,
para contarles las penas, tiritas a los dolores,
pensaba "no te demores", y sigue que todo llega,
y llegó la primavera, y con ella las orugas,
no eran nada las arrugas, medallas ante problemas,
ya vino la primavera, y se marcharon angustias,
las flores que estaban mustias, ahora brillan a decenas,
y el niño valiente a veces, descansaba sin quebrantos,
con otro punto de vista, las ve crecer desde abajo,
cuanto camino y trabajo, que prisas por hacer cosas,
los atajos solo quitan de andar de cerca de las rosas...

lunes, 11 de abril de 2011

Dadme una maldita tuba y seguro que le saco algo.


La sombra del ciprés era alargada,

La calada áspera y la boca amarga, una voz hablaba,

Y el olor a Verano se fue como una primavera en vano,

cien pájaros volando ya tuvieron mano,

y el sonido de unas teclas huecas era de piano,

el olor a mezcla de bautizo y funeral pagano,

desvanecíase meciendo un canto,

bailando con una oración casi canción al raso,

un saxofón en el ambiente sugerente bajo, y caja y al tajo,

y el don vólvió para quedarse sentado a su lado,

al menos durante un rato, mortales víveres, amparo,

de una noche de excesos, de procesos delicados,

haciendole el amor a un verso que se tersa al tacto,

las uñas en la espalda de una linea de arpa, e intacto,

ese diamante extravagante y vacuo,

bailaba por las manos tornándose refinado,

y unos labios, y un sueño profundo en el pecho,

hizo de aquel momento único, atemporal, mejor que el sexo...