Caminaba liando un cigarrillo.
Ella le miró, hasta el alma,
y la mente de ella voló,
y se imaginó una vida,
-al detalle-.
Una vida de emociones, de sangre y alma,
de inquietudes inmortales, trascendentes,
y él caminaba, liando un cigarrillo.
Ella le vio, le vio cerca, le vio por dentro,
y vio todas sus preocupaciones,
oníricas, espirituales,
lucía atormentado por una sensibilidad especial,
como un conocedor de su propia existencia,
y por tanto, de la profunda falta de sentido de la misma,
todo en un rostro, su rostro,
ella lo dedujo así, pletórica, como transportada,
a todas las novelas, a todas las películas,
que alguna vez tocaron su corazón.
y mientras tanto él;
liaba un cigarrillo
y ella se enamoró en el acto,
quería salvarlo, acunarlo,
mecerlo en su pecho, y decir que todo saldrá bien.
PERO
Él sólo caminaba, de alguna parte, hacia alguna otra,
pensando en alguna -puta- cosa,
y liando un -puto- cigarrillo,
orgulloso de su aparente invisibilidad.