jueves, 13 de diciembre de 2012

Somos cuentos contando cuentos. Nada.

Cuando ya no puedes decirlo, es cuando necesitas gritarlo. El don de la oportunidad es algo infravalorado. Una canción, una pelicula, una persona. No es el qué, ni el quién, ni el dónde. A veces importa un carajo hasta el cómo. Todo se reduce a una pregunta: Cuándo. Cuándo esa pelicula, esa canción y esa persona, y da igual quién o qué sea. Solo importa el momento en que pasa por tu vida, y lo cambia todo, y así hasta vaciarnos y completarnos, y morir, claro. Siempre morir. Para eso también hay un cuando, y para eso también importa un carajo el resto de las preguntas, buenas noches.


un café de media noche para combatir el sueño,
y el empeño del insomnio es un castigo por no estar sereno,
un velatorio y un entierro, 
bautizo de la pena y comunión con el recuerdo del momento,
Diciembre frío,
 y ya no sé si contra mí o conmigo,
las luces de Madrid me hacen sentir un crío,
y pensar que te quedaba tanto tiempo,
con una lagrimita dando vueltas de campana por el centro,
volvería atrás y siempre y cuando no vuelvas a hacerlo,
sabes que te guardo ese paseo...
la coraza de madera que se hinchaba de tus llantos,
dejó crecer las plantas en tu pecho hasta el techo de tu cuarto,
haciendo ese jardín de tus encantos,
y tú con el de más y yo el de menos y anduvimos separados,
y ahora todo cambia y todo mueve todo,
y vuelve, todo vuelve y yo escribiendo solo,
y tu me esperas a la vuelta de mi vuelta,
y el beso que te debo será cuando echemos cuentas,
vamos andando a tientas,
vendados y tirados por riendas,
y como los caballos temerosos de no conocer las sendas,
y el misterio es lo bonito que nos queda,
siguiendo hacia delante y compartiendo todo lo que nos desvela.

N.V.
 
 

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