jueves, 9 de junio de 2011

Delaviuda, como el turrón.

El cigarro ahora duraba mas tiempo que antes. Llevaba unas semanas fumando tabaco de liar, sin probar el normal, reduciendo y reduciendo, menos gasto, mayor duración, menor placer, conciencia mas limpita, no falla. Todo lo que hacemos en general tiene mucho que ver con nuestra conciencia y nuestro orgullo, la conciencia te chilla una vez, la siguiente lo haces bien para que no chille de nuevo, al menos eso creo. El resfriado había pasado, pero la tos seguía conmigo, una tos que había pasado de molesta y seca a asfixiante y agobiante. Tosía con todo el cuerpo, tosía con el pecho, con los ojos, con la tripa, con las piernas, tosía con el corazón. Tosía con las tres muelas que aun me queda mas o menos sanas en la boca, tosía el alma llena de alquitrán y moco espeso, esputando males, el cuerpo es sabio.


De absoluto punto en poca, punta en blanco en la cocina,
con las manos en harina, se preparó el desayuno,
huevos fritos y patatas y caseras las tortitas,
sirope de chocolate y de postre el mejor puro,
salió tranquila a la calle, mirando el azul del cielo,
sus guantes de terciopelo hacían juego con el gorro,
entro despacio en el banco, tosió el olor del dinero,
sonrió mientras firmaba, sacó todos sus ahorros,
paseó viendo los corros de niños en el recreo,
a través del enrejado carcelario de colegios,
que necios, y que de precios, nada nunca vale tanto,
el canto de la sirena, metió en redil a los párbulos,
cruzó la calle prudente, entró a la peluquería,
las chicas se sonreían, se contaban el día a día,
se tiñó las pocas canas, se dió un pequeño masaje,
preparada en su viaje, cada vez tenía mas ganas,
y cruzó de vuelta a casa, dejó una buena propina,
siempre le gustó dejarla, pero a veces no podía,
y subió las escaleras con zapatos de tacón,
con la clase de una reina hasta el último escalón,
cerró la puerta con llave, no quiso ser molestada,
necesitaba su tiempo, hacer vida en su morada,
se retocó el maquillaje, uñas, ya no falta nada,
ilusionada y curiosa se dirigió a su terraza,
se quitó allí los zapatos, metió dentro su dinero,
se subió a la barandilla, y saltó desde un noveno.

Fin.